martes, 1 de agosto de 2006

Syd Barrett, el genio

El otro día murió Syd Barrett -el tipo de la izquierda-, uno de los fundadores de Pink Floyd. Sólo pudo grabar un disco con la mítica banda inglesa. Pero qué discazo. Ese The Piper at the Gates of Dawn (1967). Un álbum único y uno de los más importantes en la historia de la psicoledia. Fue su mejor legado.

Barrett representa a la perfección la imagen de genio díscolo, capaz de lo mejor (ahí está The Piper at the Gates of Dawn) y también de lo peor. Dicen que tras su salida el grupo no volvió a ser el mismo. Evidentemente. En nada se parece ese álbum a The Wall (1979) o The Dark Side of The Moon (1973), por citar algunos. Pero el que nunca volvió a ser el mismo fue Syd Barrett, víctima de un consumo excesivo de drogas (el LSD era su preferida) que le llevaron a perder, literalmente, la cabeza.

Arruinó muchas de las actuaciones del grupo por aquella época. Se le iba la pinza de tal modo que en algún momento llegó a quedarse inmóvil rasgando las cuerdas de la guitarra sin ton ni son. También es famosa la entrevista televisiva en la que se quedó totalmente en blanco.

Las drogas le llevaron a abandonar Pink Floyd a los dos años de su fundación. Se retiró a vivir a casa de sus padres, en Cambridge. Dicen que apenas salía de allí. Y los pocos que le vieron confiesan que estaba completamente loco.

Posteriormente, sus compañeros le dedicaron uno de sus mejores y más importantes discos: Wish You Were Here (1975), cuya canción está dedicada expresamente a él. Pero el tema que rinde un tributo más claro a Syd Barrett es Shine On You Crazy Diamond.


Acojonante. Ya.

1 comentario:

A dijo...

un idolo.