jueves, 24 de mayo de 2007

A sangre fría

Carlo Ancelotti tenía una duda en los días pervios al partido. Sólo una. Gilardino o Inzaghi. El resto de hombres que jugarían la final contra el Liverpool estaban claros. Faltaba el delantero. Alberto o Filippo.

Ancelotti, que era un jugador inteligente en el centro del campo del Milan de principios de los 90, también lo es como entrenador. Berlusconi, que no sólo es su presidente y su jefe, sino que además es Berlusconi, apostó públicamente por Gilardino. Pero Ancelotti hizo oídos sordos. Dida, Oddo, Nesta, Maldini, (...), Kaká e Inzaghi. E Inzaghi le dio la razón y, ya de paso, una Copa de Europa. La séptima del Milan.

Sus dos tantos sirvieron para destrozar al Liverpool. Fueron un perfecto resumen de su carrera, de su juego y de sus goles. El primero no supimos que fue suyo hasta que, después de entrar el balón en la portería de Reina, salió disparado como un poseso agitando los brazos mientras gritaba 'GOOOOL' y buscaba la complicidad con sus hinchas en la grada. Es algo que siempre ha hecho. Gesto por el que será recordado siempre. En el segundo la complicidad la encontró con Kaká. Le pidió el pase entre líneas con un simple pasito y con un mirada. Kaká le vio y el 'Pippo' marcó. Y otra vez a correr...con sus aficionados.


Inzaghi es como un llanero solitario. Un delantero solitario. Ayer volvió a jugar solo. Unos metros por atrás tenía a Kaká. A veces demasiado lejos. Pero no le importó. Lleva toda su vida jugando así. Por eso siempre está a mitad de camino entre el fuera de juego y el mano a mano con el portero. Le da igual el tiempo que tenga que esperar un pase. Cuando tiene cerca el balón, suele correr como un desesperado. Ayer, cuando todavía no había marcado el segundo gol, recibió un balón a mitad de campo. Lo llevó hasta el banderín de córner. Hasta tres jugadores del Liverpool le presionaban. Ni rastro de ningún compañero suyo, ni siquiera en la televisión. Y acabó sacando un córner.

Pero con Inzaghi no hay término medio. Como dice Valdano, "o desbarata la jugada de todo su equipo por estar en posición adelantada (por lo que dan ganas de correr para matarlo), o mete un gol (por lo que dan ganas de correr a abrazarlo) y le da sentido al partido entero". O a una 'Champions'.

Es el delantero más egoísta que he visto en mi vida. Tanto que sería capaz de negarle el balón hasta su propia madre si tuviera oportunidad de marcar. No es un gran jugador. No es rápido. No tiene calidad. Necesita tres toques para controlar un balón. No regatea ni a una silla. Es impreciso en el pase. Es, a veces, hasta desquiciante por caer tanto en el fuera de juego. Pero cuenta con un don, algo que muy pocos tienen, un sentido de la oportunidad innato.

Si Drogba te gana por fuerza, Eto'o por velocidad, Ronaldinho por calidad y Rooney por un poco de todo (por poner unos ejemplos), Inzaghi te gana con un movimiento, con un gesto, con un gol cuando menos te lo esperas. Y a sangre fría.

Hay gente que lo compara con Raúl. Y la comparación puede ser adecuada. Los dos tienen ese don del que hablaba antes. Raúl vivió sus mejores días dentro del área. Inzaghi ha estado ahí siempre. Nunca ha salido de ella. Ha pasado por siete equipos distintos y en todos ellos ha hecho goles. Tendrá casi una media de un gol cada dos partidos. Y eso es un mérito incuestionable.

Pero hay algo que les diferencia. Lo explicó muy bien mi ex compañero achopijo en un comentario posterior al partido. Si Inzaghi tiene un puñal, lo usa; Raúl lo mira. Es la diferencia entre ellos. Entre Inzaghi y el resto. Entre el campeón de Europa y el resto. Entre los campeones del Mundo y el resto. Entre unos profesionales de la victoria y el resto.

lunes, 21 de mayo de 2007

El eterno '3'

Otro de los jugadores que siempre he admirado, como Redondo. Otro de mis mitos futbolísticos es Paolo Maldini (26 de junio de 1968, Milán). Siempre lo fue. Lo prefiero antes que a Roberto Carlos, que quizá fue (y lo sigue siendo) más espectacular, pero en ataque. Maldini es simplemente incomparable. Único.

El miércoles jugará su octava final de la Copa de Europa. Ya ha ganado cuatro (1989, 1990, 1994 y 2003). Y siempre con el Milan, con 'su' Milan, el mismo que vio también triunfar a su padre, Cesare, en la década de los 60.

22 años de carrera deportiva y en la elite le han servido para ganarse la admiración de todos. Compañeros, entrenadores, aficionados, pero también de sus rivales. "Soy el presidente de los damnificados de Maldini. La gente se cree que me hace daño recordarlo, pero no, todavía estoy buscando a alguien que lo haya superado. No conozco a nadie", dice Michel, al que se efrentó en varios partidos durante los 90, tanto con España como con el Madrid. "Sólo Maradona le ha creado problemas", argumenta Franco Baresi. Otros como Figo, Ronaldo o Zidane afirman simplemente que es imposible regatearle.

Sólo una tendinitis en la rodilla le ha hecho meditar su retirada. Pero nada de eso. Acaba de renovar con el Milan por otra temporada y los que le admiramos podremos seguir disfrutando de su fútbol un poco más.

Porque algo tendrá cuando a sus 39 años se conserva como si tuviese 25. E intuyo que debe ser su enorme profesionalidad, su descomunal físico ("siempre me ha gustado cuidarme", dice él), su amor a unos colores -los rossoneros- y su indiscutible calidad. "Es un portento. Verlo correr da una envidia... En la pretemporada era ponerse primero y verlo tirar, y tirar y tirar...", cuenta Ayala, con el que coincidió en el Milan durante dos temporadas.

Nadie ha defendido tan bien como él. Nadie ha sido tan regular. ¿Le recordais algún partido malo? ¿o simplemente algún fallo? Yo desde luego que no. Siempre que veía un partido del Milan o de Italia era el jugador en el que más me fijaba. Quizá también porque en el poco tiempo que jugué -entre los 13 y los 18 años- ocupaba su misma posición, la de lateral. Me
resultaba tan sorprendente su juego como su forma de estar sobre el césped. Siempre tranquilo. Siempre atento. Siempre infranqueable. Como insiste Míchel, "daba la sensación de que ya había vivido el partido que estaba jugando". Y es verdad. Su talento y capacidad le permitía conocer a la perfección todos los movimientos defensivos: cuando había que presionar, cuando achicar, cuando hacer el fuera de juego, cuando atacar...

Muy poca gente sabrá que, a pesar de haber jugado siempre como lateral o central zurdo, nació diestro. Es diestro. Pero aprendió a jugar con la izquierda con la misma naturalidad que el mismísimo Maradona. El mismo que dijo que Maldini se equivocó de profesión. "Debió ser actor. Es demasiado lindo para jugar a la pelota", ironizó.

Siento estar en desacuerdo, Pelusa...




PD: Este es mi pequeño homenaje a uno de los mejores futbolistas de toda la historia, a uno de mis ídolos y a esa final de Champions del miércoles, de la intentaré hablar más.
- Declaraciones sacadas de El País.
- Más datos sobre Maldini aquí.
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Mi mejor once es (de momento):

---------------Xxx (1)

Xxx (2) -- Xxx (6) -- Xxx (5) -- Maldini (3)

----------Xxx (4)---Pirlo (10)

-----------------Xxx (8)

C. Ronaldo (7) --- Xxx (9) --- Xxx (11)

lunes, 14 de mayo de 2007

Grande entre los grandes

El Real Murcia consumó su undécimo ascenso a Primera en Ponferrada tras firmar una temporada histórica

Por Rubén Muñoz

Hacía falta un empate. Un punto. Nada más. Con eso, a Primera. A la gloria. A la elite. Con los grandes. Y así fue. El conjunto grana consumó su ascenso con una igualada contra la Ponferradina, con un 1-1 que devuelve al equipo de Lucas Alcaraz a la categoría que le corresponde después de una temporada pletórica, y a falta de cinco jornadas para la conclusión del campeonato. Poco más se puede pedir a un equipo que ha devuelto la ilusión del fútbol a una afición de Primera.

Ponferrada presenció el undécimo ascenso del Real Murcia a la categoría de oro del fútbol profesional. En un estadio, El Toralín, con apenas 8.000 butacas, pero donde se congregaron cerca de mil seguidores pimentoneros, ansiosos de ver ‘in situ’ un momento histórico, otra página de oro para el murcianismo. Y lo compartieron con todos los jugadores cuando Alexis Pérez Pérez pitó el final del partido. Con Richi, Pignol, Aranda, Antoñito, Ochoa, Cuadrado, Abel, Peña, Pablo Ruiz, Noel Williams... con todos.

Pero de manera muy especial con dos futbolistas. Uno, Iván Alonso, uno de los grandes artífices del éxito, no sólo por el gol de ayer sino por su excepcional temporada. El otro fue José Luis Acciari, el ‘Loco’, el jugador más querido por la afición. Él fue el héroe en el anterior ascenso –con aquel gol frente al Levante (1/06/03)–, y que, sin embargo, le ha tocado pasar una temporada sumido en el ostracismo por una lesión de la que se recuperó tan sólo hace unos meses. Ayer entró al césped de El Toralín en el minuto 93 y disfrutó de sus únicos momentos con la camiseta grana en esta temporada. Pero le fueron suficientes para después, a la conclusión del encuentro, derramar unas lágrimas a hombros de la afición desplazada. Hace tres años también fue sacado de La Condomina de la misma manera, aunque con una sonrisa plena en el rostro. Las lágrimas de ayer significaban mucho más. Eran lágrimas sentidas, de mucha alegría y de color grana. Como las de Ochoa, de los pocos jugadores que ya en el vestuario tampoco pudo reprimir unos sollozos, poco antes de cantar junto a toda la plantilla el recurrido ‘A Primera, oé, a Primera, oé, a Primera, oé, a Primera, oé, oé!’.

Otro de los grandes protagonistas durante toda la temporada ha sido Lucas Alcaraz. Probablemente el que más. Y probablemente la persona a la que menos se le reconozca su trabajo. Quizá porque incluso ayer, a pesar del triunfo logrado, quiso volver a pasar desapercibido. Como ha hecho todo el año. Con su perfil bajo, sin subirse al carro del éxito. Apenas se le vio en la celebración con los jugadores porque prefirió darle todo el protagonismo a ellos. Eso le engrandece todavía más. Como a este Murcia, grande entre los grandes.