lunes, 19 de mayo de 2008

Ibra Kadabra

El Inter de Milán se agarró a la calidad de su máxima estrella, Zlatan Ibrahimovic, para lograr el tercer Scudetto consecutivo y poner el broche de oro a sus cien años de historia

A las 15:00 horas de ayer, los futbolistas del Inter de Milán sentían un peso abrumador sobre sus hombros. En las dos últimas semanas habían dejado escapar el triunfo y, en consecuencia, el título de Liga. Especialmente cruel fue el empate de la última jornada, en Siena. A falta de pocos minutos para el final, y con empate a uno, el árbitro decretó penalti a favor del Inter. Cruz, dispuesto a asumir el riesgo, se encontró con un gran e inesperado obstáculo. Su compañero Marco Materazzi, conocido sobradamente por sus estridencias y patadas al tobillo, quería toda la gloria para él. No le pidió el balón, directamente se lo quitó. Materazzi se salió con la suya y lanzó el penalti. Pero falló. El título se escapaba momentáneamente y habría que esperar siete días más, a la última jornada de Liga, la de ayer.

Con el fallo de Materazzi, los aficionados 'neroazurros' comenzaron a temerse lo peor. Conociendo el historial de 'pupas' que ha perseguido a su equipo durante toda la historia no era para menos. La única institución futbolística en el mundo capaz de realizar disparates tan sonados como malvender a Roberto Carlos al Real Madrid por "carecer de futuro futbolístico", o de desechar a Pirlo por considerar que Emre "es mucho mejor" -entre otras desgracias- era capaz de tirar toda una temporada de dominio absoluto por la borda en apenas tres jornadas, y a nadie le sorprendería. Ya le ocurrió en el año 2000, cuando cayó en casa del Lazio en la última jornada y perdió un título que acariciaba semanas antes.

Pero vayamos a lo de ayer. Antes de comenzar el último episodio de la Serie A, la Roma estaba a tan sólo un punto del Inter. Si la Roma ganaba en Catania, el Inter tendría que hacer lo mismo ante el Parma. Catania y Parma se jugaban el descenso, lo que añadía más morbo al asunto. En el Ennio Tardini llovía a cantaros. Césped rápido, estadio lleno. No iba a ser un partido fácil para el Inter de Milán. El Parma moriría matando. Por si fuera poco, Vucinic adelantó pronto a la Roma. A las 15:20 horas, el Scudetto se marchaba a la 'ciudad eterna'. Las botas parecían pesar una tonelada en los jugadores del Inter, incapaces de asomarse a la portería del Parma, tirando a la basura todo el primer tiempo.

Mancini, que desde el banquillo dirige a su equipo con la misma elegancia que cuando marcaba goles, respiraba intranquilo. Su segundo técnico, Sinisa Mihajlovic, otro ex 'neroazurro', se repantigaba inquieto. A pocos metros de ellos, sólo un hombre parecía calmado: Zlatan Ibrahimovic.

Apodado Ibra Kadabra por sus goles imposibles, salió al césped en el minuto 51, listo para resolver el entuerto. En el primer balón que le llegó a las botas, obligó a estirarse al guardameta del Parma. El segundo lo regaló a un contrario. Y el tercero acabó en gol: control orientado, el defensa del Parma se pasa de frenada y un disparo seco, pegado al palo, imposible para el meta local. Golazo. Minutos después, el sueco certificó el decimosexto título liguero para su equipo con otro tanto marca de la casa.



A las 16:45 horas, el delirio se apoderó de los aficionados del Inter, que, ahora sí, olvidaron prejuicios y festejaron el tercer título de Liga consecutivo, algo histórico para la entidad que preside Massimo Moratti. Ibrahimovic convirtió en realidad un Scudetto por el que miles de seguidores interistas temieron durante muchos minutos. Esta vez, el Inter ganó el campeonato italiano sin ningún tipo de discusión. También lo hizo el año pasado, cuando se paseó por todas las ciudades italianas y cantaron el alirón a falta de cinco jornadas para la conclusión del torneo. Sin embargo, fueron muchos los que restaron importancia al título, considerando que la Juventus se encontraba en la Serie B y que el eterno rival, el Milan, comenzó la temporada con -8 puntos. Una campaña antes (la 2005/06), la Liga también fue a parar a las vitrinas interistas por el apaño de partidos que benefició, pero que a la postre perjudicó, a Juve y Milan.

Este curso, ni Juve ni Milan se han acercado a las aspiraciones del Inter. Sólo la Roma ha sido capaz de poner algo de interés a la Liga italiana. La Juve se conformó con asegurar su plaza de Champions -finalizó tercero- y el Milan ni eso; la UEFA será su castigo. Mientras, sus vecinos del Inter sonríen aliviados. El Scudetto ha servido para conmemorar los cien años de historia del club de Moratti. Reyes de Italia, ahora el objetivo vuelve a ser la Liga de Campeones, por lo que, otra vez, el despilfarro económico está asegurado. Y las historias (felices o dramáticas) también.