lunes, 8 de octubre de 2007

El infortunio de Cúper

A nadie le extrañaría que Héctor Cúper hubiera nacido en Roma, Nápoles, Turín o Livorno, en cualquier ciudad de Italia. Pero no. Nació en Santa Fe, una ciudad del centro de Argentina, turística y de gente cálida. Y, sin embargo, a Cúper siempre se le ha distinguido una imagen seria, trabajadora, sobria, conservadora. Una imagen que posteriormente refleja en los equipos a los que entrena, que suelen ser un calco de sí mismos. Su sistema siempre se basa en un intenso trabajo, físico y táctico. La prioridad es defender. Arriba hay que ser lo más contundente posibles. Nada de filigranas.

Esa imagen, añadida a su fenomenal trabajo en Lanús, Mallorca y Valencia, le llevaron a entrenar, en 2001, a una de las sociedades futbolísticas más importantes del mundo: el Inter de Milán. Sin embargo, a pesar de su perfil italiano, la suerte siempre le ha dado la espalda en las grandes citas, en los momentos cumbre.

El mal fario de Cúper se remonta ya en su primera temporada como técnico. Hablamos de 1992. Entonces, colgó las botas en Huracán y pasó a ser su entrenador. En el último partido de Liga a Huracán le bastaba un empate para ser campeón. Pero perdió, y la afición se consoló con el segundo puesto. Luego se marcharía a Lanús, donde obtuvo su primer éxito internacional. Ganó la Copa Conmebol en 1996 –torneo equiparable a la UEFA en Europa–.

En Mallorca se fijaron en él y, en su primer año como preparador bermellón, metió al equipo en la final de la Copa del Rey, final que perdió frente al Barcelona. Pero ese subcampeonato le sirvió para disputar la Supercopa de España, que sí levantó, y la Recopa de Europa, en la que también perdió la final frente a la Lazio de Vieri y Nedved.

De ahí, al Valencia. Llegó a dos finales de la Copa de Europa. Primero frente al Madrid y después contra el Bayern. Se imaginan el resultado: ninguna ganó. Desde entonces, es inevitable asociar a Cúper con el infortunio.

Por eso no es de extrañar que Massimo Moratti se lo llevase al Inter, donde las desgracias se cuentan por miles, como la venta de Roberto Carlos al Madrid, o la de Pirlo al Milan al considerar que ninguno tenía mucho futuro.

En el Inter, Cúper se encontró con Ronaldo, con el que no se llevó precisamente bien. El brasileño llegó a declarar, ya en el Real Madrid, que Cúper casi termina con su carrera. “Dejé el Inter por su culpa y se lo dije en la cara. Conmigo estaba actuando de mala fe”, aclaró.

Ahora en el Betis, las cosas le van relativamente bien. Por lo menos ha conseguido estabilizar en los últimos partidos un conjunto que parecía destinado a la deriva, que salvó el descenso en la última jornada de la pasada temporada y que sigue echando de menos épocas pasadas más alegres.

Ayer, Cúper asistió a su habitual presencia con los medios antes de un partido. En un arrebato de sinceridad –en realidad siempre ha sido sincero–, dijo que “la primera premisa del fútbol es tener la portería a cero”. Por eso, y a pesar de su mala suerte, a nadie le extrañaría que Cúper, en vez de argentino, fuese italiano.


Publicado en El Faro el 7 de octubre de 2007.

1 comentario:

@JaviMGomez dijo...

Ya era hora de que actualizaras la bitácora nene. Como bético que soy me veo en la obligación de intervenir.

Soy resultadista y por eso me alegré del fichaje de Cúper. Me gustó el Mallorca y el Valencia con los que rozó la gloria en Europa y me gusta su concepto del fútbol.

En el Betis tiene mucho trabajo por delante. Primero tiene que hacerse fuerte en el banquillo y que respeten su trabajo, después tiene que recuperar mentalmente a la plantilla y por último emsamblar todas las piezas y que el equipo juegue como él quiere.

Estoy seguro de que el equipo irá a más, pero seguro... ahora sólo falta que Lopera tenga paciencia con él.

Yo espero que sí...